lunes, 16 de septiembre de 2019

ULTRA TRIATLON TERRA ASTUR - 10 KM NATACIÓN - 410 KM BICI - 84 KM CORRIENDO

"No lo sueñes, intenta hacerlo y verás que la realidad supera el mejor de los sueños"







Durante todos estos años, que he estado haciendo deporte, siempre he buscado ir más allá, pero creo que esta vez el listón tocaba el cielo. Mis récords personales de distancias eran: nadando 7.500 metros (Copa Len Navia), 200 kilómetros en bici (La Penilla – Gijón y otra vez por la zona de Luarca) y 50 kilómetros corriendo (8 + 42 km en el Ironman de As Pontes) y de repente me apunto a una prueba que en 3 días debía superar ampliamente esas distancias. La prueba elegida fue la Ultra Triatlón Terra Astur que se celebraba en Ribadesella que con formato Ultraman que consistía en:
  • Primer día: nadar 10 km y hacer 140 km en bici subiendo dos veces el Fitu por Arriondas (cara más suave)
  • Segundo día: 270 km en bici subiendo tres veces el Alto de la Robellada
  • Tercer día: 84,4 km corriendo (doble maratón)


PREPARACIÓN


En el mes de agosto aproveché para meter un buen volumen de kilómetros en bici y natación, que son los menos lesivos, con una única tirada larga de carrera a pie de 25 kilómetros más los 21 kilómetros del triatlón de Buelna.  En bici los entrenos, más que grandes distancias (lo máximo 122 kilómetros un par de veces), fueron de mucha calidad al hacerlos con los “animales” del pueblo (un día de 120 km con 80 km a 37 de media por poner un ejemplo). Los últimos días antes de la prueba aproveche para nadar y descansar principalmente.




DÍA PREVIO


La prueba se iba a realizar los días 5, 6 y 7 de septiembre, por lo que tocaba desplazarse a Ribadesella el día 4 para asistir al briefing donde nos explicarían como iba a ser el desarrollo de esta. 

Partí con el tiempo justo porque tuve que recoger la bici, que la tenía poniendo a punto, y de camino cerca de San Vicente tuve la mala suerte de pinchar. Eran cerca de las 7 de la tarde y me veía tirado en San Vicente sin poder llegar ya que a esas horas veía imposible encontrar algún taller abierto para repáralo. Empezábamos bien la aventura con un buen contratiempo ya que llevaba el coche con la bici y cargado hasta arriba de ropa y material deportivo. Tuve la inmensa suerte de que la chica que me mandó la grúa me facilitó el teléfono de un taller, “RuedaSprint” en los Tánagos, y al ponerme en contacto y explicarles el caso fueron todo facilidades y rapidez para arreglarme el problema y poder continuar viaje. Hacía unos momentos pensaba en cómo llegar, aunque fuera de madrugada a Ribadesella, y de pronto me encontré que llegaba justo para la reunión. 

En la reunión después de la presentación de los tres días y conocernos los participantes nos fuimos a nuestro base de operaciones que iba a ser el Albergue de Ribadesella. Ahí dormiríamos las 4 noches posteriores. 






Ya una vez pasado el atragantón toco coger fuerzas para el primer día con una buena pizza y un poco de tarta de la abuela con Manolo, Rubén, Diego y su familia. De siempre me ha costado dormir fuera de casa y esta vez no iba a ser menos, así que esta primera noche toco dormir poco y con la sensación de no apagar completamente el cerebro en ningún momento. Lo suplió un buen puñado de risas con los compañeros. 








PRIMER DÍA


Natación 10 Kilómetros



Tocaba madrugar y a las 6:30 de la mañana sonaba el despertador para bajar a desayunar y coger fuerzas para lo que se nos venía encima. El día amanecía nublado, pero no parecía en esos momentos que fuera a llover. Después de dar cuenta de media docena de sobaos, 4 paquetes pequeños de galletas, todo ello rehogado con un café toco dirigirnos al Polideportivo de Ribadesella, lugar de salida de la natación. Por el camino recogimos las bicis y dejé preparado los bidones con agua y ND3. 




Lo bueno de empezar con la natación es que puedes comer mucho y además para mí es la disciplina preferida. El circuito consistía en bajar en dirección al puente donde estaba la primera bolla y luego subir ría arriba hasta unos árboles donde se encontraba situada la boya de regreso. A priori se veía muy lejos y pensé que la natación se iba a hacer larga. Sin calentar, iba a ver tiempo de sobra en la primera vuelta, nos fuimos situando en la rampa de salida. 

Jose el organizador nos comentó que podíamos salir cuando quisiéramos, en esos momentos nadie se atrevía a dar el primer paso, pero bueno ya que era mi segmento favorito toco dar un paso al frente y ser el primero en lanzarse al agua. Esos primeros metros molaban, ahí estaba yo liderando la prueba esperando que algún nadador me quitase las pegatinas. Pues iba pasando el tiempo y cuando llegué a la primera boya veía que solamente me seguían dos participantes y el resto ya se iban quedando un poco rezagados. Parecía una tontería, pero creo que esas sensaciones de ir líder me dieron una motivación extra para el resto de los días. Al paso por la primera de las cinco vueltas miré el reloj y vi que me había llevado 33 minutos aprox. y empecé a calcular mentalmente que iba a tardar bastante menos de lo previsto, ya que no sentía que fuera a un ritmo loco y que podría mantenerlo durante toda la natación. 






Al paso por la segunda había abierto un pequeño hueco con los dos siguientes participantes y esta vuelta había sido más rápida que la anterior, 30 minutos aprox. 

En la tercera vuelta al regreso del puente decidí ir más por el centro de la ría ya que había una curva más adelante y me daba la sensación de que si iba pegado hacía más metros. Esta tercera la cubrí en 32 minutos aprox. y la cosa de momento seguía igual, buenas sensaciones, unos metros de ventaja respecto a mis dos perseguidores y el resto de los participantes ya iban quedando más atrás. 

La cuarta vuelta marco un punto de inflexión, hasta la boya que estaba en el puente notaba que llegaba muy rápido, pero al dar la vuelta ya notaba que la marea había empezando a bajar y que la subida iba a ser más costosa.  Efectivamente el largo del puente hasta los árboles se hacía eterno, los hombros ya me empezaban a dar problemas y cuando llegué a dar la vuelta arriba tuve que parar un poco de nadar para relajarlos. Subiendo parecía que no avanzabas, pero bajando pasaba todo muy rápido, casi no te dabas ni cuenta y ya estabas de nuevo en el puente. En esta cuarta vuelta repetí el mismo tiempo que la anterior, pero yo creo que compensaba la bajada rapidísima con la subida lenta. Ya tocaba afrontar la última vuelta, para subir cada metro costaba horrores y sumado al dolor de hombros que ya llevaba tuve que inventarme un nuevo estilo medio crol, medio braza. En la boya del puente todavía mantenía unos cuantos metros respecto a los dos siguientes. El tramo de subida fue horrible, parecía que nunca iba a llegar a la boya, veía las casas y parecía que siempre estaban en el mismo sitio. Cuando llegué por fin a la boya descansé tranquilo, ya me dejé poco menos que llevar por la corriente hasta las escalares donde salíamos del agua. De regreso empecé a notar que alguien me tocaba los pies y poco antes de terminar la natación ví que los dos participantes que me seguían unos metros atrás me habían dado caza y me adelantaban en los últimos metros. La última vuelta me llevó 37 minutos aprox., 5 minutos más que la peor que había hecho hasta el momento.  

https://www.strava.com/activities/2691700872


Al salir del agua comprobé que los dos participantes que me habían adelantado eran Oscar Isla y Diego Herrera. La verdad que estaba contento había nadado muy bien quitando la última vuelta por los dolores en los hombros. Lo guapo de estas mega pruebas es que aquí todo es muy tranquilo y la transición fue relajadísima. Lo primero al salir del agua fue tomar un cafetito bien caliente que sentó a gloria y comer un par de triángulos de sándwiches. Luego con tranquilidad me quité el neopreno, me sequé bien y tocó ponerse la ropa de ciclismo para empezar la bici. Me despedí de Oscar y Diego y empecé la bici. Aquí pude conversar y recibir ánimos por parte del presi de Manolo y Rubén que había ido a ver a sus chicos, todo un detalle.



Bici 140 kilómetros


El primer día consistía en dar dos vueltas (Ribadesella, Arriondas, Alto del Fitu, Colunga, Ribadesella) 60 km aprox. y terminar con un bucle de 20 kilómetros (10 km hasta el desvío de Toraño y vuelta). 

Los primeros kilómetros fueron muy tranquilos ya que la prueba era con tráfico abierto y había que salir por el medio de Ribadesella. Una vez en Llovio ya dirección Arriondas con apenas tráfico empezaba la parte donde mejor se podía ir a acoplado así que al lío. La subida a Arriondas fue comodísima, se suponía que picaba para arriba con un par de pequeños repechos, pero iba viendo el reloj y veía velocidades en torno a 29 km/h. Las sensaciones, a pesar de la natación, eran muy buenas y llegué muy contento a Arriondas. Tocaba afrontar la primera subida al Fitu. Había estudiado la altimetría del puerto y a priori no parecía que fuera muy duro, era más liviano que la otra cara. Comencé a subir y después de unos metros fáciles empezaba la subida y en las primeras rampas empecé a notar que no iba a ser fácil. Así que no quedaba otra que subir piñones y meter mucha cadencia, esto no había hecho más que comenzar y no se podía empezar a gastar balas. Hasta el kilómetro 5 de la ascensión se hacía duro y las sensaciones no eran las mejores del mundo, luego tocaba recuperar en un pequeño descanso para afrontar la última parte con 2 kilómetros intermedios también duros de pelar. Al llegar ya a la última recta la pendiente aflojaba y pude hacer esos metros soltando pierna. En el alto estaba situado el primer avituallamiento, donde estaba uno de los chicos que nos había acompañado con la piragua, donde tocó repostar líquido y comer un par de sándwiches. Me aviso de que la bajada estaba algo peligrosa, y sumado a que estaba orbayando y que la cabra no es la mejor bici para bajar un puerto toco tomarse el descenso con mucha precaución y tranquilidad. Al poco de pasar la cima, ves ahí abajo Colunga y te da la sensación de que vas a llegar en cinco minutos, pero cuando pasé la zona de bajada me esperaba una pequeña emboscada en forma de un repecho de casi un kilómetro que se hizo eterno y luego parecía que nunca iba a llegar a la rotonda de Colunga. Quizás fue el momento más duro del primer día de bici, una vez en la rotonda tocaba tomar dirección Ribadesella por la nacional. Este tramo ya lo conocía y sabía que era rompepiernas así que en cada repecho a subir piñones y al menor atisbo de dureza en mis piernas subir otro. Esta parte pensaba que iba a ser la más dura del primer día, pero inesperadamente fue bastante llevadera. Tocó llegar a Ribadesella y repostar en el segundo avituallamiento del día. 




En esta segunda vuelta ya sabía lo que me esperaba así que tocaba repetir como en la primera. Me comentaban que iba el primero destacado, pero no quería volverme loco con el tema, pero sí que insuflaba ánimos extras. Así sin más toco repetir y hacer básicamente lo mismo de la primera. Esta vuelta fue muy fácil mentalmente y sabía que iba a tocar sufrir en la subida y en ese repecho de un kilómetro que había antes de la rotonda de Colunga. Lo único destacable de esta segunda vuelta fue que llegando a Ribadesella en un cruce me salió un coche y menos mal que le metí tal grito que se paró, sino me llevaba por delante. 


Faltaba afrontar el bucle de 10 km ida y 10 km vuelta para finalizar el primer día. Este junto con el repecho de un km en Colunga fue lo más duro. Ya pesaban los kilómetros y tocaba ir tranquilo. A la vuelta me crucé con David Mansoa que venía fortísimo y quizás me cambió el chip para hacer un poco más rápido los últimos kilómetros ya que me hacía ilusión ser el líder, aunque fuera el primer día. 

Al final 142 km, 5 h 25’ la bici con paradas, 5h 20’ sin contrar las paradas a una media de 26,7 km y un desnivel positivo de 2400. El total de la natación y bici fueron 8 horas 24’. Al llegar a meta estaba el pobre Diego que había roto un radio, esperando a que llegase para dejarle la rueda trasera y poder acabar ese primer día. Grandísimo mérito, quizás el que más, ya que había llegado con apenas entrenamiento debido a una lesión en la rodilla. Después de terminar este día las piernas dolían un poco y hacían presagiar un segundo día muy duro. 

https://strava.com/activities/2691715453





El resto del día toco descansar lo máximo posible y recuperar con una excelente cena a base de pasta y cachopos de pollo.




Antes de cenar recibí una llamada de un amigo, que da la casualidad, que es uno de lo más grandes atletas que ha dado este país. Que el mismísimo Fabián Roncero te llame para darte ánimos y decirte todo emocionado que se alegra un montón y que gente como yo que se esfuerza tanto que merecen al menos una vez en la vida ganar algo, pues claro no pude contener alguna que otra lagrimilla. Gracias Fabi a medida que pasan los años sigues siendo cada vez más grande.


SEGUNDO DÍA


Bici 270 Kilómetros





Esta noche quizás fue la que mejor descansé, y a pesar del madrugón al bajarme de la litera me llevé la primera alegría del día, las piernas estaban recuperadas y no había atisbos de cansancio en ellas. Es lo que tiene entrenar casi todos los días que las piernas ya estaban acostumbradas y si le sumas mucho descanso, que en casa casi no paro, pues empecé el día la mar de feliz. 

Este segundo día consistía en dar tres vueltas (Ribadesella, Posada, Alto de la Robellada, Cangas de Onís, Arriondas, Ribadesella) 76 km aprox. y terminar realizando dos veces el bucle del día anterior (Ribadesella, desvío Toraño, Ribadesella) 40 km aprox. De Ribadesella a Posada era rompepiernas, luego tocaba la subida y luego una parte favorable hasta Ribadesella. 

A priori era el día que más temía porque había visto tiempos en otros Ultramanes y era el día que más justo en tiempo íbamos andar. En esta etapa el orden de salida era inverso al orden de llegada del primero por lo que tocó empezar en último lugar lo cual me hacía ser precavido y no salir como pollo sin cabeza buscando pillar al resto de participantes. El día estaba como el anterior con nubes feas y pintas de que iba a llover algo, pero arriesgué como en el anterior saliendo de corto. 

La primera parte hasta Posada ya la conocía y se hacía bien, una vez en Posada tocaba hacer la subida a Alto de la Robellada que era bastante asequible quitando un kilómetro intermedio y los 200 metros finales antes de la rotonda. En la mitad del alto me encontré con Manolo y Oscar Islas subiendo con su chubasquero que me daba una angustia tremenda. En el alto estaba el primer avituallamiento, donde coincidí con Jesús, Eduardo, Rubén y Diego sino recuerdo mal. Toco comer y coger bebida para seguir adelante. Desde este punto hasta Ribadesella la verdad que el recorrido era muy cómodo, la mayoría con pendiente favorable y se hacía muy ameno. Después de completar la primera vuelta los ánimos estaban altos, había sido relativamente cómoda y ya sabía lo que tenía por delante. 




En la segunda vuelta el único contratiempo fue que tuve que estar parado 2-3 minutos en una zona antes de Posada debido a que estaban quitando un árbol. Al llegar al alto cuando estaba apunto de marchar, me llevé una de las alegrías del día a ver a Diego que llegaba como una moto. Mira que llegó fastidiado a la prueba, Manolo le insistía en que llegara al último día, y después de ver que en esta segunda iba igual que yo sabía que al último día llevaba sí o sí. Tras el avituallamiento más de lo mismo hasta llegar a Ribadesella. En esta vuelta me dicen que iba segundo de la bici, tras David Mansoa, lo que me extrañaba era que no había adelantado en carrera a Rubén y me parecía raro, pensando que algo le podía a ver pasado. 




Comencé la tercera vuelta con los mismos ánimos que las dos anteriores, y en esta a la parada donde estaban quitando el árbol, se sumo otra en Posada por el paso de un tren mercancías. La verdad que en días tan largos vienen bien esas paradas, aunque no estén previstas. De camino a Ribadesella apareció mi Amore con el Corsita, menuda sorpresa porque habíamos quedado en vernos en Cangas de Onís, pero la avisé por teléfono que no le iba a dar tiempo a llegar a verme allí y pensé que no la vería hasta la noche. Ya llegando a Llovio me crucé con David que como el día anterior iba como un tiro en la bici. 

Tocó llegar a Ribadesella y en esta primera vuelta al bucle no paré ya que iba bien de bebida y me quedaba una barrita. Ya cuando estaba llegando al punto de giro me empiezo a encontrar participantes, el primero Rubén, que ya sabía que iba detrás de mí y que no había tenido ningún contratiempo (el zampón de él había parado a comerse un bocata en un bar y no le había visto la bici) y un rato después Diego. Al llegar de nuevo a Ribadesella de nuevo un chute de ánimos, ahí estaba mi otro Amore en el avituallamiento, esta vez paré para darles un beso a mis chicas, saludar a mis suegros y afrontar la última vuelta. Esta vez los dos bucles se me hicieron más llevaderos que el primer día y sin más contratiempos llegué a la meta. 

Así como el día anterior llegué cansado de piernas en este la verdad me sorprendido que había llegado muy entero y apenas tenía cansancio. Difícil explicarse como después de 274 km, que hay días que haces poco más de 100 y acabas hasta las narices, puedes llegar tan fresco. El total del día fueron 274 km, 9h 42’ con paradas y 9h 24’ sin contar las paradas con una media de 29,2 km/h y un desnivel positivo de 2600 aprox.

https://www.strava.com/activities/2691709756





Después de terminar toco meter las piernas un poco en el agua y esperar la llegada del resto de participantes con toda la family, Ana, la familia de Diego y el resto de los familiares de los otros participantes. 

En este segundo día todos los participantes habían llegado en menos de las 12 horas, que era el tiempo máximo que tenían para completar los 274 km. La verdad que no podía ir mejor la cosa, todos habíamos superado los dos primeros días y no había ninguna incidencia destacable. Después de una merecida ducha bajamos todos a cenar, esta vez risotto y unas croquetas para coger fuerzas para el último día. 

TERCER DÍA


Correr 84,4 Kilómetros (Doble maratón)




Sí sabía que el segundo día iba a ser el de más horas, también tenía claro que el día más duro sin lugar a duda, aunque posiblemente fueran menos horas, sería el tercero. Esta vez el desayuno fue algo menos copioso que los dos anteriores ya que no me gusta correr con el estomago muy lleno. Como el día previo tocaba salir en orden inverso al de llegada del segundo día. 

No tenía claro en el total cuanta diferencia había entre David y yo, si que sabía que tenía algo de margen con Rubén y que el resto ya estaban a más distancia. Tampoco era que me preocupara mucho el tema, mi único pensamiento era terminar la prueba, llevaba dos días geniales y no quería por calentarme y estropear todo. A priori pensaba poder correr medio decente los primeros 30 kilómetros y el resto hacerlos como se pudiera, pero tenía claro que, si había que andar o arrastrarse para acabar en las 12 horas que teníamos, iba a hacerlo sin ninguna duda, el objetivo era llegar como máximo en 11h 59’ 59”. 

Este tercer día opte por poner el mono del Triatlón Camargo de LD que tanto en As Pontes como en Buelna no me había hecho ninguna rozadura. Tras una buena untada de vaselina por todas partes, un poco de cremita fría en las piernas gentileza de Manolo y un poco de spray de pies gentileza de Diego toco ir a la línea de salida. 

Esta vez salía entre Rubén y David así que llegó mi turno y arranqué tranquilo. A llegar a la curva de la playa ví a Rubén cruzando el puente, así que en ese momento me propuse hacer los primeros kilómetros un poco vivos para acercarme y hacer el máximo número de kilómetros cerca de su estela ya que él tenía experiencia en estas distancias y sería una buena liebre. Llegando a Llovio voy cogiendo a Diego que salió muy tranquilo y algún participante más. En la recta de Llovio me sorprendió apenas ver a Rubén, se había ido lejísimos y de un plumazo la idea de seguirle desapareció de mí cabeza. Iba viendo que estaba rondando los 5’ el km y para mí eso ya era jugar con fuego. Al llegar al primer avituallamiento paré a tomar un sorbo y me junté con el resto de los participantes, a excepción de Rubén que seguía como un tiro. Por detrás esperaba la llegada de David Mansoa de un momento a otro ya que me había dicho que lo mejor suyo era la carrera a pie. Estos primeros kilómetros iban pasando rápido, no había ningún dolor y debido a que el ritmo era tranquilo notaba que las pulsaciones debían ir por los suelos. La siguiente parada fue en el segundo de los avituallamientos camino de Arriondas, aquí tocó beber un poco más y seguir haciendo camino. La ida hasta Arriondas fue muy cómoda: arcén ancho, apenas bajaban coches y hacía muy buena temperatura para correr. En una recta inmensa antes de llegar a Arriondas seguía sin ver a Rubén y por detrás de momento no me pillaba nadie. Ya tenía puesta la velocidad crucero y como iba bien, tocaba seguir haciendo el número máximo de kilómetros a ese ritmo. 

En Arriondas cumplimos la primera media maratón y ví en el reloj que la pasaba en 1h 49’, lo cual en principio me parecía mucho, creía que iba un poco mejor de ritmo. Aquí comenzábamos un bucle que consistía en subir y bajar de Arriondas a Cangas de Onís por el carril peatonal cuatro veces. La verdad que me animaba saber que a partir de ese momento ya nos íbamos a cruzar todos y sería más ameno sin lugar a duda. La primera subida, y a sabiendas que la primera vuelta siempre es la que más me cuesta psicológicamente, decidí realizarla muy tranquilo. En la última recta antes de llegar al punto de retorno me crucé por primera vez con Rubén, se le veía muy fresco e iba a buen ritmo. Al llegar al avituallamiento bebí y coloqué los calcetines un poco, ya que tenía la sensación de que estaban haciendo alguna rozadura. Tocaba volver camino de Arriondas y al final de la primera recta me encontré a Diego todo sonriente, en ese mismo instante sabía que lo iba a conseguir, y a su rueda David.  Nos dimos ánimos y cada uno seguimos nuestro camino. De vuelta al siguiente que me crucé fue a Rubén “Fifty” que iba corriendo muy bien y después al resto de los participantes. Para mí con quien quizás más ilusión me hacía encontrarme era con Manolo. De los cuatro que nos conocíamos era el que más justo lo había tenido los días previos y este apuntaba a que iba andar cerca del límite, por lo tanto, tocaba darle ánimos extra. De vuelta a Arriondas se notaba que picaba para abajo y esta primera vuelta la pasé sin mayores problemas. Cada vez hacía más calor y tocaba beber bastante líquido para no tener problemas. Cada vez me siento más cómodo cuando hay que hacer vueltas a algo, me cuesta la primera, pero las demás para mí mentalmente son más llevaderas, así que salí animado a hacer las tres que me quedaban. 



En esta segunda vuelta las sensaciones eran las mismas y pasaban los kilómetros relativamente deprisa. Al llegar a Cangas a la hidratación sumé la ingesta de medio plátano, no tenía mucha hambre, pero con 8 horas, que era los cálculos que llevaba en ese momento, había que comer algo para no tener ningún desfallecimiento. En esta vuelta ya veía que iba pillando poco a poco a Rubén y me sorprendió que la diferencia respecto a David había aumentado un poco, pero quedaba todavía un mundo y el ritmo que llevábamos Rubén y yo era alto para hacer 84 km. Al llegar de nuevo al avituallamiento de Arriondas ya tenía a mis chicas dándome ánimos, la verdad que cuando flojeo siempre pienso que tengo que seguir adelante porque ellas no se merecen que abandone después de todos los sacrificios que hacen por mí. La sorpresa fue cuando al llegar miré el reloj y ví que se había cumplido la primera maratón y la había pasado en 3h 44’, “ahí madre mía creo que me voy a estrellar”, pensé en esos momentos, era un tiempo más que decente para un maratón, pero quedaba otro por hacer. 

Esto me hizo empezar a tomarme los kilómetros con más calma y así comencé la subida más tranquila. La verdad que lleva los ánimos altos, quien me iba a decir que después de 42 km iba a estar tan entero, después de haber realizado ese tiempo. A estas alturas ya tenía muy cerca a Rubén y a mitad de camino me crucé con Diego, que seguía sonriente, y había dejado a David al cual me lo encontré más tarde y me comentó que lo dejaba, que se encontraba mal del estómago. En esos momentos me vinieron muchos pensamientos a la cabeza: 
  • "Madre mía que puedo ser el primero en la general de los tres días"
  • "Vaya putada tener que dejarlo y me gustaría más conseguirlo por méritos propios y no porque se tenga que retirar"
  • "Bueno habrá que seguir que esto es muy largo y a lo mejor es un mal momento se recupera y vete a saber como voy a estar yo dentro de 1 hora y el a lo mejor empieza a ir mejor y yo peto"
Ya llegando a Cangas llegué a la altura de Rubén, le comenté lo que me había dicho David, pero que podía ser un mal momento, y le animé a ir juntos, pero creo que los dos tomamos la decisión más sabía, cada uno debía seguir a su ritmo. Al salir de Cangas dirección Arriondas me lo volví a encontrar, me paré para darle ánimos y comencé el retorno. 



Esta vuelta y la anterior iba mejor para arriba que para abajo, la subida se me hacía muy cómoda pero para abajo me costaba coger el ritmo y en algunos momentos me pasaba por la cabeza caminar un poco, pero a estas alturas del día ya tenía metido entre ceja y ceja no caminar nada excepto las paradas que hacía en los avituallamientos, sabía bien que si comenzaba a caminar, aunque fuera unos metros cada vez la cabeza y el cuerpo me iban a pedir caminar más, así que ni agua, si había que bajar el ritmo se bajaba pero sin caminar. Pues con no muy buenas sensaciones acabé esa tercera vuelta, en el avituallamiento, ahí estaban unos cuantos, descansando, David y Oscar que los pobres se habían tenido que retirar y nuestras familias dándonos apoyos. Esta vez me lo tomé con calma y estuve un ratillo procurando cargar las pilas, tocaba afrontar la última vuelta y ya pesaban los kilómetros. De camino para arriba adelanté a Manolo y como “sabe más el diablo por viejo que por diablo” me dijo "regula Mario que queda mucho, vete tranquilo", y eso me propuse, tocaba bajar una velocidad e intentar ir más tranquilo. Cada 2 minutos siempre me hacía la misma pregunta:
  •  “¿Vas bien de pulso? Sí pulso por los suelos no hay problema
  •  "¿Tienes algún dolor importante? No sigue todo en su sitio"
  • "Pues amigo toca seguir más deprisa o más despacio, pero toca seguir.”

También era un buen pasatiempo subir y bajar la cremallera del mono, la debí subir y bajar como 500 veces. La verdad que cualquier chorrada valía para evadirte de esa locura de kilómetros. De vuelta a Arriondas creo que llegó uno de los momentos top del Ultraman, me encontré con Manolo, sabía que ya era la última vez que me iba a cruzar con él hasta verlo llegar a Ribadesella así que me paré, le dí un abrazo fuerte y le dije Manolo “chip, chop, chip, chop, nos vemos en Ribadesella", fue un momento de emociones fuertes. 

Como ya le puse en el Facebook la vida son momentos y seguramente más del 99% no los recordamos, pero cosas como estas quedan grabadas a fuego en el 1% restante. 

Por aquel entonces Ruben “Fifty” ya me había quitado las pegatinas e iba como un obús, sabía que tenía margen en la general pero un desfallecimiento o empezar a caminar mucho podía cambiar las tornas.
Esta vez la bajada la hice muy tranquila, empezaba a ser un poco desesperante el tiempo que costaba hacer cada kilómetro. La verdad que llegar al avituallamiento levantaba el ánimo, ahí estaban mis chicas dándome cariño y ánimos para seguir y el resto de los familiares y organizadores también dando apoyo. 





Ya por fin quedaba únicamente afrontar el camino de retorno desde Arriondas a Ribadesella. Quería pensar que no quedaba nada, pero es que faltaban todavía 18 kilómetros, muchos para como ya estaba en esos momentos. La bajada fue desesperante, ya iba trabado, el arcén de bajada era muy estrecho y había mucho tráfico en dirección Arriondas, en algunos tramos veías a la gente disfrutando de la bajada en canoa del sella refrescándose en el río (yo quería estar ahí, meter en el río, olvidarme de esta locura y darme un baño relajante). Bueno todo lo que no había sufrido hasta el momento se me junto en esos momentos. A mitad de camino tocó avituallarse, que sería de mí sin mis chicas, dándome ánimos y haciendo ver las cosas de otra manera: a veces me pasaba por la cabeza montarme en el coche, ya sabía que era capaz de hacer esta locura, pero ya no quería seguir sufriendo. 






Cada vez que tocaba arrancar después de un avituallamiento costaba más, los primeros metros eran dolorosos y luego ya cuando parecía que iba mejor veía en el reloj que mi ritmo era de 6:20 - 6:30 el kilómetro. En esos momentos ya los objetivos eran a menor escala: 
  • "Venga Mario hay que llegar a esa curva"
  • "Venga Mario poco a poco hasta esa casa"
  • "Venga Mario no andes a por otros 6 kilómetros"


Y así todo el rato, pero parecía que los kilómetros no pasaban. Creo que esa desesperación mejoró cuando llegué al último avituallamiento poco antes de LLovio, ahí ya sabía perfectamente lo que quedaba después de pasar una porrada de veces en los últimos días por ese tramo. Ya podía medio celebrarlo con mis chicas, como me alegraba en esos momentos por ellas, se lo merecían mucho más que yo. Tocaba rematar, que esto nunca se acaba hasta que cruzas la línea de meta: pues con las mismas tocó volver a arrancar y afrontar esos seis últimos kilómetros. Lo que parecía que iba a ser cómodo, como no, se convirtió en un suplicio, cuando salimos dirección Arriondas todo pasaba sin darte cuenta y ahora cada curva era un mundo. Creo que ví la luz cuando por fin entré en Ribadesella, ahora sí ya estaba, aunque tuviera que ir reptando ya estaba hecho. Curiosidades de la vida justo cuando terminé de cruzar el puente me saludó un chico que resultaba que era de mi pueblo:
  • "Mario, ¿que tal, que haces?"
  • "Hola no me paro que estoy haciendo un ultraman y llevo 84 kilómetros corriendo y voy para meta"
  • "Estás loco"

Ya solo quedaba hacer el paseo de la playa. Si esa curva hablara diría: imposible este no puede ser el chico que estuvo aquí hace un montón de años.

Ya al fondo veía el globo de la meta, cuantas veces había pensado en él, de si sería capaz de conseguirlo, pero ya estaba, sí que había sido capaz y quitando las dos últimas horas había sido toda una sonrisa en la cara lo cual indicaba que había sido hasta más fácil de lo que pensaba a priori. 

En esos momentos intentaba contener las emociones, no quería llorar, simplemente quería disfrutarlo y abrazarme a mis chicas. Ahí estaban las dos como siempre esperándome en otra línea de meta: nos abrazamos los tres y la palabra fue: “equipo lo conseguimos”. Como no, me tenían preparada una bandera de Asturias (por cierto era el día de Asturias) y frases grandiosas. Claro en esos momentos era imposible contener las lágrimas. Que alegría más grande, se lo merecían, siempre apoyándome en todas mis locuras y para ellas la recompensa es que las termine. 












Después de celebrarlo con ellas toco abrazarme y derramar más lágrimas con Rubén “Fifty” que había llegado hacía un buen rato. Este gallego nos sorprendió a todos, un crack en muchos aspectos. Al final 8 horas 12’ con las paradas, 7 horas 54’ en movimiento con un ritmo medio de 5:36” el km. 

https://www.strava.com/activities/2691718687


Para mitigar el dolor fuimos a refrescar las piernas al mar. Claro lo que normalmente llevaría 5 minutos fue una odisea de más de 30. En un momento me meneó una ola que pensaba que si me tiraba ahí quedaba, porqué iba a ser incapaz de levantarme. Estando en el agua anunciaron la llega de Ruben el “Vago” y toco darle gritos desde la playa, lo había conseguido 2/4 y estaba seguro de que iba a ser un 4/4. 

Fui para la línea de llegada y toco celebrarlo con él, otro abrazo de los buenos, de los que llenan. El siguiente en llegar se suponía que iba a ser Diego. Debió grabarse a fuego la frase de Manolo: “tú llega al último día” y vaya si llegó y como lo disfruto. Ahí tenía a su familia esperándole, mención aparte merecen porque menuda paliza ir y volver todos los días, teniendo que madrugar para ir a trabajar, ya les puede recompensar bien porque se lo tienen más que merecido. 

Y poco a poco fueron llegando el resto de los participantes, iba pasando el tiempo y se acercaban peligrosamente las 20:00 que era el tiempo máximo de llegada para finalizar este día. Nos habían comentado hacía rato que les faltaban a todos menos de 10 kilómetros, pero ya estaban todos en la meta excepto Manolo. Estaba seguro de que lo conseguiría, fue el culpable de que me liara a hacer el Ultraman y tenía que acabarlo sí o sí. Y pasadas las 19:30 ahí aparecía sonriente, con la calculadora en la mano, el puto amo del prao. Llegar el último siempre conlleva en deportes de caballeros llevarse la mayor ovación y esta vez no iba a ser menos: pedazo de llegada, todos coreando su nombre y el marcándose un bailecito. Grande entre los grandes, el que nos marca el camino y nos hacer ver a los demás que todo es posible, que nada es inalcanzable. Tras felicitarle todo el mundo, nos abrazamos los cuatro “cántabros”, habíamos hecho el pleno al quince. 




Fueron unos días de una convivencia extraordinaria: apoyo mutuo, compresión y sobre todo muchas, muchas risas.









RESUMEN





Primero felicitar a todos los que hemos realizado esta locura, enhorabuena a los que han conseguido acabarlo (Ruben Antón, Rubén López, Diego Herrera, Oscar Isla, Manolo Ramos, Eduardo Txuri y Jesús Rodil), y por supuesto dar muchos ánimos a (David Mansoa y Oscar Rodríguez) que estoy seguro de que lo seguirán intentando y lo conseguirán. También por supuesto a Jesús Somoano, Mara, David y Marian que hicieron posible, y pusieron todo su empeño, para que esto fuera factible. No me podría olvidar del resto de acompañantes de los participantes, grande la piñá que hicieron entre todos, que sería de nosotros sin nuestras chicas y familia.




Quiero dedicar esta hazaña por supuesto a mis dos chicas, ellas son las que hacen todo esto posible y no sería nadie sin ellas, también a mi padre que aunque no pudo estar en Ribadesella le intenté transmitir por teléfono todo lo que había sido estos tres días, por supuesto a mis suegros que me siguen en muchas de mis aventuras, a Fabián y Merche porque siempre han estado ahí en los buenos y en los malos momentos, a la gente del grupo de entrenamiento, a la gente del Camargo Astillero y los Migueles & Co que estuvieron pendientes de mí,  y a un montón de gente que tengo la suerte de conocer que me apoya tanto en persona como en las redes sociales. 

No miento si digo que desde que empecé a hacer deporte siempre soñaba con ganar alguna vez alguna prueba, pues bien, el día llegó. Sé que no es el espíritu de estas pruebas el premiar a los primeros y que la victoria en estás pruebas es terminarlas. Pero puedo decir muy alto y orgulloso que soy la persona que menos tiempo ha invertido en los tres días que ha durado el Ultraman, y me siento muy orgulloso porque me esforcé al máximo los tres días dentro de mis posibilidades. 





Ahora toca tomarse las cosas con calma, creo que nunca me encontré tan cansado como estos días, y los dolores todavía andan latentes por mi cuerpo. Es tiempo de disfrutar con lo conseguido.

jueves, 4 de julio de 2019


“IRONMAN (DUATLÓN) NORTHWEST TRIMAN” - CONTINUO SOÑANDO




Hace dos años que no escribía nada en el blog y ha llegado el momento de una nueva entrada. Son muy pocas las que tengo, pero suelo reservarlas para ocasiones especiales y esta sin duda alguna es una de ellas.
Está aventura comenzó liado por el amigo Jacob que me animó para participar de nuevo en As Pontes, pero esta vez en el medio Ironman. El día que abrieron las inscripciones andaba liado con alguna carrera, creo recordar que la Panes-Potes, y cuando me fui a apuntar ya estaba completo el cupo para el de Media Distancia. Mire la lista de espera y había bastante gente así que, para no faltar a mi palabra, me apunte al de Larga Distancia. El tener casi a 9 meses vista un objetivo de este calibre la verdad que mentalmente te condiciona todo el año.

PREPARACIÓN




La preparación esta vez, porque no disponía de mucho tiempo, fue una suma de muchos pocos sin poder meter grandes volúmenes ni en bici ni carrera a pie. La natación fue un dolor de cabeza ya que debo tener alguna alergia al cloro de la piscina y cada vez que iba me pasaba dos-tres días congestionado, era duro ir sabiendo que hipotecaba 2-3 días. El invierno lo pase centrado en la pista haciendo mis pinitos en distancias cortas y disfrutando mucho con nuevas experiencias y nuevas amistades. 





Quitando la navidad, que puede coger algo más la bici, esos meses fueron muy tranquilos. Este año la novedad fue que metí gimnasio dos días por semana con la ayuda de Miguel Oliva que me instruyo en un montón de ejercicios. Con la llegada de la primavera comencé a entrenar más variado, pero siempre con entrenamientos cortos (1h – 1h 30’). Entre semana prefería hacer algo liviano y dejar para las competiciones del fin de semana los esfuerzos. Hace ya unos años que no tengo el poder de sacrificio de antaño y ahora soy incapaz de ponerme yo solo y mantener una rutina de entrenamientos con series, ritmos específicos, etc. Si tengo que hacer entrenamientos vivos corriendo, si me pongo solo al poco ya estoy pensando en que no puedo o que voy mal, sin embargo, me pongo en cualquier carrera con el dorsal o entrenando con otra gente sin tener la presión de hacer unos ritmos determinados, y voy genial. Por el medio de toda la preparación volví a disfrutar con la alegría de bajar de 1h 30’ en media maratón, poder bajar dos veces de 40’ en 10 km (uno en Laredo y otro en pista) y disfrutar con los Migueles en unas cuantas marchas cicloturistas. 






La verdad que lo que sí que entrené esta vez fue hacer muchas de las carreras a pie con fatiga previa. Descubrí que para estar cansado al día siguiente simplemente valía con correr un 100 o un 200. La verdad que, al no obligarme a grandes palizas, como otras veces, hizo que todo fuera más fácil. Durante la preparación cayeron algún que otro reto como hacer en un día el triatlón Olímpico de Gijón por la mañana y correr a la tarde la Media Maratón de La Reconquista, amén de algún otro.





Esta vez de cara a hacer el Ironman tenía claro que una de las cosas que me iba a facilitar mejorar mi registro anterior era la adquisición de una nueva bici. Al principio me centré con la ayuda de Pablo (gracias por aguantar la pila de whatsapp con mis dudas y mi falta de conocimiento) en la compra de una de carretera, pero surgió la oportunidad de comprar una cabra a un chico de Castrol Urdiales (Álvaro la verdad que da gusto encontrarse gente tan amable y que facilita tanto las cosas) y me lancé. Desde la adquisición de la nueva bici el objetivo era intentar adaptarse lo más rápidamente posible a ella. En este proceso quiero agradecer enormemente a Víctor de Bicimarket Santander por el estudio posicional que me hizo y la puesta a punto de la bici.

Sabía que llegaba con menos carga que los dos veces anteriores, pero con el convencimiento de que con la nueva bici y con las sensaciones de la carrera a pie podría hacerlo mejor que hace dos años. La verdad que en ese sentido tenía algo de presión porque todo el mundo me decía que lo iba a hacer muy bien, sabía que estaba en un buen estado de forma, pero la verdad que cuando son pruebas tan largas puede pasar cualquier cosa.

LA PRUEBA


El tiempo fue pasando y sin querer llego el día del evento. Esta vez toco viajar el día anterior con la familia, allí nos estaban esperando Jacob & Family con Jesús Oliveros, ambos iban a hacer el medio. En los días previos me daban una envidia enorme, no estaba muy ilusionado con tenerme que meter de nuevo una paliza tan grande y me veía mucho más preparado para realizar el medio.
Después de hacer el check-in de la bici y asistir a la reunión técnica nos fuimos a cenar a una pizzería para coger fuerzas para el día siguiente. La pena fue que no pudimos repetir en la pizzería O Atallo ya que estaba cerrada, aunque a la que fuimos estaba todo muy rico.


A las 5:30 toco levantarse, como siempre esa noche toco desvelarse unas cuantas veces, pero es algo que ya no me preocupa e incluso considero que es bueno. Una vez revisado todo el material nos fuimos a desayunar a un bar cercano al lago. Me tomé un café para despertar y un buen bollo de chocolate con crema pastelera para cargar baterías. Cuando nos fuimos al lago vimos que había niebla, como hace dos años, pero pensando en todo momento que era muy temprano y que ya habría tiempo de que levantara. Cuando estábamos ultimando la preparación del material en boxes empezaron a decir por megafonía que se suspendía la natación y que se pasaba a hacer 12 kilómetros de carrera a pie. En ese momento yo pensaba que se estaban precipitando, faltaba más de 30 minutos para el inicio de la prueba y parecía que la niebla se estaba levantado. En ese momento todos nos quedamos en estado de shock y empezaron los desánimos. Pasado un rato cada vez se empezaban a ver las boyas de la natación y todos veíamos posible hacerla, y así pasado unos minutos la organización decidió aplazar un poco el comienzo, pero con la idea de hacerla. En esos momentos se veían todas las boyas de la natación, aunque la niebla seguía al fondo del lago. Justo en el momento de dar la salida de la natación a la gente de media distancia la niebla volvió a cubrir las boyas y tuvieron que suspenderla nada más comenzar. Después de unos momentos de incertidumbre, y me imagino qué de mucha angustia para los organizadores, decidieron hacer un duatlón en ambas distancias. En nuestro caso tocaba hacer 8 km primero de carrera a pie. En esos momentos se me vino el mundo abajo. Me encontraba privado de mi segmento favorito, en el que suelo hacer el mejor puesto, con el estómago lleno y con ninguna gana de ponerme a correr. En la cabeza me venía el pensamiento firmemente de hacer solamente la primera carrera a pie y la bici, no me veía capaz de correr 50 kilómetros.

PRIMERA CARRERA A PIE (8 KM)



Toco quitarse el neopreno y preparase para la primera carrera a pie. Con poco tiempo para hacer más cábalas ya estaba en la línea de salida. Lo bueno era que no tenía ninguna presión simplemente quería quitarme esos 8 kilómetros de la manera más tranquila posible. Dieron el pistoletazo y comenzamos a correr. Al poco de salir toco la primera sorpresa y era que nos metían por una pista que bordeaba el lago. Cuando llevábamos un poco me cruzo con Jacob que venía de vuelta de hacer los 4 kilómetros que les tocaba a ellos. Le dí ánimos y le dije que iba muy bien, ya que hacía poco que habían pasado los primeros. A nosotros nos tocaba ir un poco más lejos con una cuesta por medio que se las traía y en medio de la niebla que dejaba ver poca cosa. Pasado el tercer kilómetro (lo sabía por el GPS) me empiezo a cruzar con los primeros corredores de nuestra distancia y en esos momentos veía que, así como en la natación todo se rompe en mil pedazos, aquí era casi una fila de a uno. 

Empecé a pensar en el tema del drafting con toda la gente tan junta. En la reunión técnica del día anterior habían hecho mucho hincapié en este tema y que si alguien hacía drafting no volvería a competir aquí. La verdad que ni se me pasa por la cabeza hacer drafting, pero estas palabras acojonan literalmente, porque por experiencia sé que en ciertos momentos como un repecho, las subidas, etc. donde quieres adelantar/ te adelantan o la propia inercia y el ir mirando para abajo te hacen juntarte y más teniendo en cuenta que esta vez íbamos a salir muy juntos. Ya tuve la desagradable experiencia el año pasado en Zarautz, en un giro con la inercia que llevaba en una pequeña subida, de pegarme un momento a cuatro participantes y ser sancionado por ello al ir mirando al suelo y no darme cuenta. 

Ya de vuelta empiezan a adelantarme unos cuantos participantes, algunos resoplando fuerte, pero ni me inmuté y seguí con mi ritmo tranquilo. Sin prisa, pero sin pausa llegamos al área de transición.


LA BICLETA (180 KM)



Aquí llego la primera gran encrucijada del día ya que en el lago hacía frío y tenía la duda de si ponerme algo de abrigo, pero arriesgué con el convencimiento de que seguramente fuera de la zona del lago haría mejor. Según iba con la bici en la mano por la transición se me cayó la tapa del bote de herramientas y gracias al chico que venía detrás, que muy amablemente me la recogió del suelo, la puede poner para no perder todo. Llegamos a la zona de montaje y toco subir la rampa de subida del lago. Ya arriba pude comprobar que había acertado plenamente con el tema de la ropa ya que en esa zona ya estaba todo despejado y con sol. 

Este año tenía en mente ir tranquilo las dos primeras vueltas para no penalizar mucho en las dos últimas, como hace dos años. Me dirigí a hacer el primer bucle y de vuelta me encontré con que habían cambiado un poco el circuito de bici y en vez de ir por la zona de la térmica nos íbamos de nuevo a la zona del lago, para posteriormente cruzar todo el pueblo para salir dirección a Villalba. 



En estos primeros compases como preveía había bastante tráfico de bicis, pero con la primera subida comenzó a romperse todo un poco. Como no me maté mucho en la primera carrera a pie, en esos momentos veía que adelantaba a más gente, que gente me adelantaba a mí. 

Quién me lo iba a decir a mí hace unos años cuando era coger la bici y ver como me adelantaba todo el mundo, menudos cabreos me pillaba. 

Al llegar a la parte de arriba comenzaba la parte más “fácil” (lo de las comillas es porque son toboganes que muchos de ellos por lo menos en mi caso no te dejaban ir acoplado) y comencé a ir acoplado en las partes fáciles y cuando se empinaba un poco la carretera me soltaba e intentaba ir cómodo. En los repechos de algunos toboganes yo iba desacoplado, mucho más cómodo, adelantando a gente que iba acoplada sufriendo mucho. En el avituallamiento de Villalba, toco comer una barrita y reponer líquido. La verdad que el disponer de la bebida tan a mano este año en la bici, me permitió hidratarme mucho mejor.  Cuando estaba llegando de nuevo al pueblo, antes de comenzar la bajada, para completar la primera vuelta empecé a visualizar a un grupo de 6-8 competidores. Aquí me entro la cosa de decir, como adelanto yo a toda esta gente. Pues nada, toco tener paciencia y cuando llego la bajada fuerte me dije, esta es la mía. Me lancé como un poseso cuesta abajo y empecé a adelantarlos a todos, terminando de adelantar a los últimos ya en el pueblo. Para que no se convirtiera eso en un trenecito en el repecho antes de llegar al lago decidí seguir apretando para abrir hueco. Creo que ese momento fue el de máximo esfuerzo en la bici. Cuando pasé por el lago vi a mis chicas con la pancarta sorpresa dándome ánimos (la verdad que se lo curran a lo grande y por supuesto dar las gracias también a los componentes del Inficant-Villa de Noja que ayudaron a llenarla de manos de apoyo con los trainers Fabián y Merche a la cabeza, otra pequeña gran familia). 




Nos fuimos de nuevo al bucle y ahí, a pesar del esfuerzo, alguno de los chicos que adelanté en la bajada me adelantan de nuevo, pero ya el grupo no iba tan unido. Esta vez, en la subida toco regular, ya que notaba el esfuerzo realizado, y tomársela con más calma. Ya en la primera vuelta pasada la autopista, en un pueblo, había un voluntario de Protección Civil con gafas que nos animaba a todos como si fuéramos auténticos profesionales, y con la incertidumbre de si seguiría con ese espíritu, pude comprobar que en vez de decaer iba en aumento, menudo crack, con gente así el sufrimiento es mucho más llevadero, también animaba de lo lindo un chico que había pasado el avituallamiento del lago. Volvió tocar reponer líquidos y esta vez comer medio plátano en el avituallamiento y vuelta para As Pontes.



En esta segunda vuelta adelanté a Oliveros y le dí ánimos, se le veía muy concentrado. Al llegar al avituallamiento estaba Mónica animándome si parar, pero a María no la veía, la tenía en el apartado de “Special needs“ esperándome para darme un sándwich de Jamon York y Queso. La verdad que fue otra de las cosas que más agradecí este año. Está claro que si lo hacen los profesionales será lo mejor, pero yo detesto las barritas, geles, etc. por eso el poderme comer algo sólido me dio la vida (en la bici comí una barrita, dos medios plátanos y dos sándwiches, ni un gel). En la tercera vuelta hace dos años fue cuando empezaron a dolerme mucho las piernas, pero esta vez no apareció ese dolor, y eso que llevaba toda la semana preocupado porque en Lagos había sufrido mucho en la última subida y había estado con agujetas toda la semana. Es algo raro pero las sensaciones durante toda la bici fueron contradictorias, no me notaba excesivamente cansado, pero tampoco notaba que fuera haciendo una bicicleta de muerte, incluso tenía la sensación de que iba a hacer un tiempo muy similar al de hace dos años. 

Al finalizar la tercera vuelta, toco de nuevo recibir los ánimos esta vez de María, con Mónica dándome otro sándwich de Jamon York y Queso, la verdad que este segundo me costó lo suyo comermelo entero.  Ya solo tocaba hacer la última vuelta intentando regular lo máximo posible y llegar al momento cumbre de todo Ironman que es bajarse a correr para ver como respondían las piernas. Al pasar por donde el voluntario de Protección Civil tocó darle las gracias por esos ánimos y encarar la parte final. En esta última vuelta empecé adelantar a gente que se la veía ya que estaba fundida, y es que el calor apretaba y creo que los 8 km de carrera a pie empezaban a hacer mella en la gente. Para mí muscularmente achaco el no ir tan fresco en la bici, el tener que haber corrido antes. 

Estoy seguro de que, si en vez de correr hubiéramos nadado, la bici me hubiera salido mejor y con menos cansancio. Antes de llegar al lago toco subir el último repecho, ahí estaba una niña pequeña que me dio ánimos y como es normal le di las gracias, y cual es mi sorpresa, ante un gesto que debería ser obligación, recibí la ovación de todas las personas que la acompañaban, lo cual me hacía pensar que debí ser de los pocos que agradecían esos ánimos.

SEGUNDA CARRERA A PIE (42 KM)



Al llegar de nuevo a la transición ahí tenía a la familia dándome ánimos y sacando fotos. La verdad que se desgañitan tanto por mí como por toda la gente que conocen o saben que son de Cantabria, no creo que existan muchas animadoras como María y Mónica. Cogí la gorra de la sandía, bebí un poco de Coca Cola, me calcé las zapatillas y tocó salir a correr. Las primeras sensaciones no eran malas y no tenía grandes dolores. Subí la cuesta muy tranquilo y una vez arriba noté que la cosa no iba bien. A toro pasado creo que en ese momento lo único que me pedía la cabeza era no hacer nada más. 

Veía el lago despejado, esa agua que cual ninfa de cuentos de hadas me decía venta para aquí, refréscate en esta agua y no sigas. Tocaba alejarse de esas meigas. 

Decidí cambiar el agua al canario, ya que llevaba toda la bici con algo de ganas y al terminar me di media vuelta y avancé dos pasos de vuelta a la meta. 

No quería hacer nada más, no quería sufrir. Tras esos dos pasos paré en seco y empecé a analizar cosas en mi cabeza: 

“Mario tienes aquí a tus dos chicas animándote sin parar y no vas a terminarlo, has invertido en una nueva bici – material – etc. y no vas a terminarlo, los días antes dijiste a tú prima Carmelina que ibas a hacer algo grande ese día y no vas a terminarlo, querías dedicárselo a tú madre y no vas a terminarlo”. 

Paré en seco, di media vuelta y me dije: 

“Mariete toca sufrir amigo mío, lo que no pueda la cabeza que se encargue de hacerlo el cuerpo que para eso le hemos metido un par de palizas buenas y respondió”. 

Había una pareja en bici que se rió un rato ya que al verme correr de nuevo me decían si me había sentado bien la meada, a lo cual conteste que se me habían ido todos los males por la orina, jaja. Tocó apagar el cerebro y empezar a correr. 



Con malas sensaciones conseguí llegar al primer avituallamiento y como había comido y bebido mucho durante la bici, apenas me refresqué un poco. Aquí llegaba una de las partes nuevas del recorrido a pie que era totalmente de ida y vuelta. La ida era muy llevadera, con una cuesta abajo de unos 300 metros, así que sin grandes problemas llegué al segundo avituallamiento. Más de lo mismo me refresqué un poco y continué. En la parte más alejada de nuevo un pequeño bajón y empecé a caminar. Yo me autoevaluaba y no veía ningún impedimento físico para correr, no iba con las pulsaciones altas (no llevaba pulsómetro, pero ya algo de experiencia tengo como para saber si voy con ellas altas), no me dolía nada, no estaba mareado, pero la cabeza no quería. Empecé a andar un rato y otra vez la idea de la retirada me rondaba la cabeza. Volví a hacer un pequeño esfuerzo y comencé a correr otra vez. Al llegar al avituallamiento pensé que esto había que solucionarlo como hace dos años. Paré un poco, me tomé dos vasos de Coca-Cola, un poco de agua y a correr. La vuelta era mucho más dura que la ida, sobre todo por esa cuesta de unos 300 metros, que ahora tocaba subir. Pero ya las sensaciones no eran tan malas.



Tengo la buena o mala costumbre, no sé qué decir, de no mirar para nada el reloj, pero me daba la impresión de ir trotando más que corriendo, pero bueno era lo que había, sabía que la cosa era acabar, daba igual ya hacerlo peor que hace dos años. Me daba rabia porqué está vez tenía ilusión por bajar de 3h 30’ en la maratón, pero vamos veía que ni de coña. Tocó de nuevo pasar por el avituallamiento más cercano al lago, y vamos como para cambiar algo, dos vasos de Coca-Cola, un poco de agua para beber, el resto por encima para refrescar y a seguir. En esos momentos me había puesto ya la gorra talismán del amigo Rubén, que me había prometido que me iba a traer suerte (y vaya si me trajo), ya que apretaba el calor. Al llegar al lago ahí estaban las supporters animándome y en ese momento llego el punto de inflexión del día. Yo creía que no iba bien, que tampoco estaba haciendo una buena carrera, pero se acercó Jacob y me dijo que había entrado en el puesto vigésimo en la transición de la bici, que tenía que acabar como fuera, que iba muy bien. Todos los malos pensamientos desaparecieron de un plumazo, lo que antes era negro pasó a ser gris muy claro. Este año la primera vuelta fue la más sufrida sin lugar a dudas, el resto mentalmente como ya era lo mismo se me hicieron mucho más fácil y más sabiendo que iba en un puesto muy bueno. 

La segunda vuelta ya era un poco caos porque no se sabía quien iba en la primera, quien en la segunda, pero para mí más que saber el puesto, la batalla estaba en no pararme. A cada vuelta me encontraba con la pareja que iba en bici y me animaban alegrándose de ver que no me había retirado y que seguía corriendo, amen de decirme que llevaba muy buen ritmo (yo pensando que me van a decir los pobres). Al terminar la segunda vuelta se me acercó Jacob de nuevo y me dijo iba el 19, así que más inyección de moral para la mente y tocaba seguir. 

En esta tercera vuelta fue cuando me adelanto el primer clasificado. Lo que pensé que iba a ser una pasada en toda regla se convirtió en ver como la bici que iba con él me adelantaba, pero el no acaba de pasarme y la bici seguía mi lado. Ahí pensé que tan mal no podía estar corriendo si el primero no me adelantaba con facilidad y tal fue la cosa que no me adelantó hasta que llegamos a un avituallamiento y yo paré a beberme mis dos vasos de Coca-Cola. En estas vueltas me iba cruzando con el compañero de equipo David, y la gente del KTT Cantero y Korta y nos íbamos dando ánimos.  Fueron pasando los kilómetros y a pesar de algún pequeño parón en los avituallamientos y en la subida, el resto de los kilómetros conseguía ir corriendo. Así pasó la tercera vuelta y al llegar al lago, a mis supporters favoritas, se les habían unido mis primos Manolo y Carmelina que ya habían venido a verme hace dos años, junto con mi sobrina Olaya. En esa vuelta creo que me cantaron que iba el 15 con lo cual la cosa no iba mal. 

Hace dos años había terminado el 36 y ya me parecía un sueño, y este año verme en ese puesto a pesar de no haber podido nadar ni llevar las mejores sensaciones del mundo, era medio milagro. 

La última vuelta intenté ir más tranquilo para no tener que pararme en la cuesta e iba lo más tranquilo posible. Cuando llegué de nuevo al lago ya sabía que esto se estaba terminando, pero la fatiga ya era muy grande y en la parte de arriba me veía obligado a caminar un rato. Ahí estaba Manolo dándome ánimos, seguía caminando a pesar de sus ánimos y ya casi no podía moverme. Al llegar a la cuesta decidí hacer el último esfuerzo y ya tocó no parar hasta la línea de meta. Ese último kilómetro fue eterno y sin lugar a duda el más duro de la carrera a pie. No veía el momento de pasar la alfombrilla del tiempo y disfrutar de lo mejor de este triatlón, esos 200 metros desde la alfombrilla hasta el arco final donde puedes disfrutar, reír y llorar con los tuyos. A toro pasado casi me da mal porque por escasos segundos conseguía hacer uno de mis propósitos, que era bajar de 3h 30’ la maratón, y si el parón final llegar a durar un poco más no lo consigo.

FINAL







Al llegar al primer arco, que es donde realmente se acaba la prueba, el primer pensamiento fue acordarme de mi madre. Hasta la fecha, había conseguido no pensar mucho en lo sucedido. Es algo que no tiene remedio y prefiero quedarme con los buenos recuerdos y creo sinceramente que de poco sirve darle vueltas a la cabeza, cosa que, aunque a veces uno se proponga, conseguirlo no es fácil. Si que los días previos pensaba mucho en ella, si podría verme desde el cielo. Me la imaginaba con Santiago ese día hablando y viéndome sufrir desde ahí arriba. Manos al cielo y pensamiento de que seguramente había empujado mucho desde arriba para que consiguiera terminar la prueba. También me acordé en esos momentos de los que ya no están con nosotros, la verdad que estos dos años no han sido buenos en ese sentido. Nunca se me borrará de la cabeza el recuerdo de hace de dos años, de ver a Santiago animándome como si fuera casi como un hijo, en la rotonda. Fue un momento de sentimiento encontrados, por una parte, felicidad de haberles podido dedicar este pequeño triunfo y por otro part saber que ya no están aquí. 



Pero también toca celebrarlos con los que si están y si alguien se merecía que cruzara la línea de meta era Mónica. 






No ha sido un año nada fácil para ella, y la verdad que pocas alegrías ha tenido la pobre últimamente y se merecía, sin duda alguna, tener una buena. Hace dos años se quedó haciendo fotos y no disfruto del paseíllo, pero este año, vaya si lo disfruto. Salió con María y mi sobrina Olaya a disfrutar de esos maravillosos 200 metros. Alegría, manos arriba y un abrazo haciendo piña de los cuatro. La verdad que sufre y no lleva bien los momentos que le robo con mis entrenos, pero en esos momentos creo que los ve recompensados. Al cruzar el arco final nos abrazamos los cuatro y en ese momento rompí a llorar, me acordé del momento que casi me retiré y me dieron escalofríos al pensarlo. Pasado el sofocón tocó dar las gracias a mi prima y recordarle lo que le había dicho días antes, que iba a hacer algo grande (aunque en carrera pensaba lo contrario totalmente). La verdad que solo por momentos y vivencias como estas merece la pena todo el esfuerzo. 






Al finalizar la prueba toco llamar a mi padre para decirle que había terminado y la verdad que fue otro de los momentos emotivos. Nos acordamos mucho en ese momento de mi madre, lloramos un rato juntos por teléfono y toco tragar mucha saliva para poder seguir hablando. Luego vinieron más emociones, viendo los mensajes de los amigos, del grupo de Triatlón Camargo como iban siguiéndome durante la carrera y dándome ánimos. La vedad que los tengo un poco aburridos con tanta comilona y vacile, pero son ya como de la familia, vamos que se les quiere. 






Dar las gracias a todos los que me animan y me dan ánimos para seguir haciendo estas cosas.

RESUMEN 

Como resumen quiero quedarme con que a veces muchos pocos valen para hacer un mucho. Que a veces pienso en ponerme a dieta, cuidar la alimentación, seguir un plan de entrenamiento guiado por un entrenador pero que creo que a día de hoy no me compensa ni dispongo del tiempo para hacerlo. Quiero hacerlo lo mejor posible, pero con mis excesos y mis defectos, con mis chuletones y mis calimochos, con la libertad que me da hacer lo que me pide el cuerpo día a día sin marcarme entrenamientos más allá del día siguiente. Espero algún día disponer del tiempo y fuerza mental necesario para preparar otro a conciencia, pero de momento prefiero disfrutar a mi manera.

Al final 9 horas 29 minutos, puesto 15 lo cual para mi es un sueño. Se que en cualquier otro Ironman de la franquicia o de Challenge seguramente no estaría ni entre los 100 primeros, en este sentido hay que ser realista y saber dónde se está, pero el presupuesto da para lo que da y la verdad que en As Pontes al precio se suma el saber que vas a estar mimado por la organización y que la bici no va a estar masificada. Me quedaré con la duda de si hubiera habido natación que puesto habría alcanzado (puedo que no hubiera acabado a saber) y si hubiera bajado de las 10 horas, si quitamos la carrera a pie y metiéramos la natación ahí andaría la cosa. Sí que cumplí uno de mis sueños y que era bajar de 3 horas 30 minutos en la maratón final, el ver esas 3 horas 29’ minutos en el parcial a pie es lo que más alegría me da, por encima de mejorar en más de 17 minutos la marca anterior de bici con casi 7 kilómetros más de recorrido que la vez anterior. Los parciales fueron:
  •  8 km a pie a 34’ 39” a 4:20 min/km
  • 180 km bici 5h 21’ a 33,56 km/h
  • 42 km a pie 3h 29’ 12” a 4:57 min/km







Hace dos años dije que había quedado en paz con los Ironmans, ahora mejor me callo, se que puedo hacerlo mejor, pero a corto plazo no creo que haga más. Espero este año conseguir hacer el Ultraman de Ribadesella, que es mi nuevo reto y luego disfrutar una temporada con cosas más livianas.

Aquí acaba la crónica de una persona que le gusta hacer deporte, pero también, disfrutar de la familia, comer bien y disfrutar sin grandes excesos de la vida.